Poco a poco, este blog se está
convirtiendo en una sucesión de sueños e ilusiones en la que os voy contando cómo
me siento en algunos de los momentos más especiales de mi vida.
Esta
vez, y todavía con la habitual depresión post-concierto, “David Bisbal” es el
nombre del sueño del que os quiero hablar, aunque aún no he encontrado las
palabras adecuadas para ello, porque creo que no existen calificativos
suficientes para alguien como él.
Desde
que comenzó esta gira “Tú y Yo”, he tenido muchas ganas de ir al menos a uno de
los conciertos que la están componiendo, y la verdad es que había llegado a
perder casi todas las esperanzas para ello. Sin embargo, un día apareció entre
esas fechas un “30 de Agosto de 2014, Alcázar de San Juan” y en ese momento, supe
que tenía que vivirlo, que ya nada podía arrebatarme esta ilusión.
Así que, así
fue. Ayer, día 30 de Agosto, echando de menos a algunas personas a las que
adoro, pero con una enorme y adorable compañía, viví una de las mejores
experiencias que puede vivir un fan: ver a su ídolo en concierto.
A pesar de que
pasamos mucho calor, y de que la espera se hizo eterna, las emociones no
tardaron en llegar. Las primeras lágrimas empezaron a salir de nuestros ojos
cuando David hizo la prueba de sonido; escuchar su voz en directo cantando “Culpable”
es de esas cosas que llegan al alma.
Una vez
dentro, pasamos más y más calor esperando a que por fin se apagaran las luces y
apareciera en el escenario ese sueño del que os estoy hablando. Emoción tras
emoción, canción tras canción, y entre aplausos, saltos, risas, lágrimas y emociones,
pudimos comprobar la grandeza de David en el escenario, que tan simpático e
increíble como siempre, volvió a revolucionar a un campo de fútbol repleto de
personas que nos dejamos la voz y nos enamoramos en cada canción.
Aún me parece irreal
todo esto, y más cuando recuerdo que David se sigue emocionando cuando escucha
sus canciones coreadas por la multitud; ver su cara en esos momentos, observar
su sonrisa y ese brillo en sus ojos, no tiene precio.
Antes de
pasar, como siempre, a dar las gracias, quiero hablar de un momento que tengo
en la cabeza a cada segundo desde anoche. Una de las cosas que más gustan en un
concierto es que el artista en cuestión mire hacia el lugar donde tú estás, y
ayer esto sucedió, pero de una manera especial: David miró hacia la zona donde
yo estaba y decidí hacer una comprobación, así que sonreí, y él, mirándome, me
devolvió la sonrisa. Muchos pensaréis que exagero, o que esto es una tontería,
pero esos segundos fueron de las mejores cosas que me han pasado en la vida.
Y ahora sí,
gracias Leti, Clara y Gema (Gema, me alegro muchísimo por ese Vip; ¡ya era
hora! lo merecías muchísimo. ¡Ahora me toca a mí! ;) ) por hacerme sentir una más,
sois un amor y me ha encantado vivir esta experiencia con vosotras. ¡A por
muchas más!
Tratándose de
David, no puedo dejar de darte las gracias a ti, Mamen. Tú creaste en mí todo esto
y ayer estuviste presente a cada segundo. Te quiero mucho, ¡ya lo sabes!
Por
supuesto, para terminar, y aunque no lo vas a leer nunca, GRACIAS a ti, David. Gracias
por mantener siempre viva mi ilusión, gracias por darle sentido a la palabra “felicidad”,
gracias por hacerme tan feliz, gracias por tu voz, por tu sonrisa, por ser tan
enorme, gracias por poner gente tan increíble en mi camino. Gracias y millones
de gracias, eres el mejor, le pese a quien le pese. ¡¡Qué bonico eres, madre mía!!
“No llores porque
terminó, sonríe porque sucedió”