sábado, 18 de agosto de 2012

Ser fan, ese sentimiento.

Muchas personas tienen un ídolo, esa persona a la que admiran, a la que quieren y defienden, sin importar lo que digan los demás. Yo me incluyo entre ellas. Sin embargo, existen otras personas que no lo tienen, a las que puede gustarles la música, el cine y demás, pero que no tienen ningún artista favorito.
Personalmente, tengo una opinión sobre esto. Quizás muchos no la compartáis, pero sé que otros muchos sí lo haréis.
Pienso que las personas que no tienen un ídolo pueden ser felices por muchas cosas, pero si les falta un ídolo, esa persona en la que creer; aquella por la que soñar y perseguir esos sueños: la persona que puede hacerte feliz aunque esté muy, muy lejos y ni siquiera sepa que existes; su felicidad jamás podrá estar completa. Supongo que todo esto se puede resumir en la frase "un ídolo complementa tu felicidad". Da igual quién sea esa persona a la que admires, da igual a lo que se dedique, pero si es tu ídolo, será capaz de hacerte feliz aunque todo a tu alrededor esté derrumbándose.
Lo bueno de todo ésto es que un ídolo no viene solo. Me explico. Tener a esa persona especial te da la oportunidad de conocer a mucha más gente, gente que te entiende, con la que puedes compartir lo que piensas. Personas con las que compartes momentos que se vuelven inolvidables, que te ayudan y te ciudan aunque jamás hayas hablado con ellas. Lo malo es que todas esas personas no están siempre cerca. Muchas de ellas están muy, muy lejos; pero gracias a esto aprendes que la distancia es simplemente un conjunto de números que no puede destruir amistades, y que nunca será demasiado fuerte como para acabar con el cariño que sientes.
En resúmen, que tener un ídolo, para mí, es una de las mejores cosas que puedes hacer.

jueves, 16 de agosto de 2012

Porque creo en los milagros...

Te levantas cada día pensando en ese sueño. Cada uno de esos días es uno más, pero también es uno menos, un día menos para que llegue ese en que por fin puedas tenerle delante, verle, disfrutar de su música. Uno de esos días te das cuenta: ÉSE es el día, por fin vas a verle. Los nervios invaden tu cuerpo, quieres que llegue por fin esa hora tan esperada, aunque sabes perfectamente que todo va a pasar demasiado deprisa como para poder asimilarlo.
Por fin llega la hora, te montas en el coche y piensas: "cada vez está más cerca..." Y cuando llegas, y le tienes delante, lloras y ríes con él y te sientes la persona más afortunada del mundo. Aunque todo alrededor se esté derrumbando, él está ahí, para hacerte sonreír pase lo que pase, como siempre hace...

Así, más o menos, es como yo me sentí ayer. Me desperté, miré al calendario y lo vi: 15 de Agosto, 2012, mi sueño estaba muy, muy cerca. Pasé todo el día nerviosa; una vez más, una hora más era una hora menos, el momento se acercaba. De repente, un mensaje: "cambio de planes, prepárate para estar una hora antes", y ahí estaba yo, arreglándome corriendo para montarme con esas personitas tan grandes en ese coche que me iba a transportar a lo que tanto tiempo llevaba esperando. Media horita de viaje y llegamos al hotel. Allí empezaba todo. Pasaron lista y entramos al salón de actos, donde hicimos un pasillo para que pasara ese gran artista, esa pedazo de persona a la que tanto queremos y admiramos. La espera se hizo muy larga, pero al fin esa puerta se abrió y pudimos verle la cara, esa cara de sorpresa, esos nervios que le hicieron volverse, porque le dava vergüenza ir vestido así. Cuando por fin se decidió a pasar, vinieron las primeras lágrimas con un vídeo precioso que rememoraba esos 10 años de carrera, esos 10 años cargados de sonrisas, llantos, metas, ilusiones, conciertos, giras, éxitos y cariño. Tras el vídeo, llegó la entrega del regalo, seguida de las palabras de David, con las que, una vez más, volvimos a derramar alguna que otra lágrima, él incluído. Tras este momento increíble, hicimos una foto de grupo y nos fuimos todos de allí.

Aún quedaban unas horas para que empezara el concierto, así que nuestra siguiente parada fue en una terraza al lado del recinto del concierto, donde estuvimos escuchando la prueba de sonido. Después de esto, una cenita, una visita al baño para los últimos retoques, y al final entramos en el recinto.
Escasos minutos después, el concierto empezó. A pesar de la noria, las dedicaciones a la tómbola, y demás problemillas, David estuvo genial, muy cariñoso con el club de fans, y haciéndonos disfrutar y emocionarnos con cada canción.

Tal y como me temía, el concierto pasó muy, muy rápido, pero eso no impidió que disfrutara a tope de su música, de su presencia y su cariño.

Esta pequeña crónica de lo que significó el día de ayer no puede terminar sin que de las gracias. Mil gracias, por supuesto, a David, nuestro niño, por hacerme sentir tan especial, y por hacer que me diera cuenta de lo mucho que lo necesito; gracias también a las personas que tuve al lado en el concierto, esas personas a las que no conocía, pero con las que tuve esa complicidad que solamente David puede conseguir. Las gracias más grandes son para vosotras, las niñas de Puertollano, gracias tata por llevarme, y en general a todas, a las 6, por tratarme tan bien y por hacerme sentir una más, sois de lo mejor de este club y de esta andadura, que lo sepáis, y se os quiere, mucho.