17 de Agosto, 2012. Un grupo de chicas que hasta ese momento no se conocían de nada, se unían para preparar un regalo de cumpleaños para su ídolo, la persona que había hecho que sus vidas se cruzaran: Dani Martínez. Yo me encontraba entre ellas, y, lo que no sabía, es que embarcarme en esta aventura iba a significar tantísimo para mí.
Los preparativos estuvieron llenos de dudas, por pensar qué ibamos a regalarle, y si de verdad le iba a gustar. Sin embargo, la ilusión estaba por encima de todo eso. Ilusión por algo que esperábamos que saliera bien, ilusión por dibujar una sonrisa en la cara de esa persona que nos había arrancado millones de ellas diariamente.
Por fin estaba todo preparado, era 25 de Diciembre, su cumpleaños, y el regalo estaba enviado. Ya solamente quedaba esperar. Esperar a que lo tuviera entre sus manos. Los nervios nos invadían, hablábamos cada día, esperando una respuesta, algo de su parte, simplemente una palabra que nos hiciera ver que habíamos acertado, que el regalo estaba en sus manos y le había hecho sonreír.
Pasaban los días, y la esperanza se acababa poco a poco, pero jamás nos dimos por vencidas. Hacíamos oídos sordos hacia las críticas que recibíamos diariamente, conocíamos demasiado bien a nuestro ídolo, y sabíamos que no nos iba a decepcionar, que tarde o temprano íbamos a recibir una respuesta.
Y así fue. El día de Reyes, el 6 de Enero de 2013, recibimos el mejor regalo que podíamos tener. Dani por fin tenía en sus manos eso que tanto tiempo habíamos estado preparando: ese balón, esa camisa y esa camiseta, ese mural, ese viaje y esa carta; todas esas cosas que estaban impregnadas de toda la ilusión y las ganas que habíamos puesto para que aquello saliera bien. Y sabíamos que lo tenía porque había hecho una foto al balón y la había subido a twitter bajo el título de "Gracias a todos estos twitteros por regalarme un balonacoooo!". Sí, "todos estos twitteros" éramos nosotras, y no eramos capaces de creer que todo eso estuviera pasando. Pero sí, estaba ocurriendo, y ahí fue cuando nos dimos cuenta de que todo lo que habíamos hecho había merecido la pena.
Ahora, después de todo aquello, lo veo claro: una de las mejores cosas que he hecho ha sido entrar en este grupo, participar en todo esto. Y es que él, Dani Martínez, me ha unido a ellas, las Chicas Martínez. La mayoría de ellas están a mucha distancia de mí; pero, como he dicho más de una vez: la distancia son simples números, y esos números no impiden que las personas se quieran. Así que yo las quiero, las quiero mucho porque me entienden, porque sé que siempre puedo contarles cualquier cosa, porque van a estar dispuestas a ayudarme cuando sea necesario. No cambiaría por nada las risas que paso junto a ellas, descubriendo todo lo que tenemos en común, que son muchas cosas.
He escrito todo ésto simplemente para darles las gracias. Permitidme que ahora me dirija solamente a ellas: Gracias niñas, gracias por haber hecho posible todo ésto, por cada conversación, por todas esas risas, por hacerme afianzar la idea de que la distancia física no impide que las personas estén fuertemente unidas. Sé que algún día nos encontraremos y, entonces, os daré el abrazo más grande del mundo. Os quiero pequeñas :)