Hay días en los que no tienes ganas de nada. Esos en los que crees que nada ni nadie podrá hacerte sentir mejor. Ahora entiendo aquello de que la vida es una montaña rusa, algo así como una batalla en la que a veces ganas y otras, inevitablemente, te toca perder.
Los días en los que has perdido esa batalla son, simplemente, eso: días en los que has perdido tu sonrisa, en los que parece que nada ni nadie podrá volver a dibujártela.
De repente, todo vuelve a iluminarse. Alguien llega y te abraza; y ese abrazo te da la fuerza para seguir adelante, por mucho que cueste, aunque pienses que eso nunca va a pasar. Porque para eso están los amigos, y los seres queridos, para hacer que te alegres aunque todo alrededor se esté derrumbando.
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