LLevaba varios meses temiendo que llegara ese momento, pero lamentablemente llegó. Me encerré en mi habitación, subí el volumen de la cadena de música al máximo y comencé a llorar. De repente, sonó el timbre. Me planteé si realmente quería contestar. El timbre continuó sonando, deduje que la persona que llamaba tenía muchas ganas de verme. Salí de mi habitación y me dirigí hacia la puerta. Cuando la abrí, solo pude esbozar uan sonrisa: era él. Le abracé como nunca había abrazado a nadie en mucho tiempo. Le di las gracias y le invité a entrar. No sé como lo hace,pero cuando menos lo espero, aparece con su sonrisa y ese don de hacer feliz a la gente y consigue que por unos segundos me
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