Hoy, Lucy ha salido a pasear, como todos los días. Siempre camina por el parque que hay delante de su casa, adora aquel lugar. La verdad es que hoy no es el mejor día para salir a pasear. La niebla cubre toda la ciudad y le impide ver a dos metros por delante de su propio cuerpo. Sin saber muy bien por qué, ha decidido sentarse en un banco, le encanta contemplar la niebla, que actúa como el vestido de gala de los árboles que haitan en el parque.
De repente, ve, a lo lejos, entre la niebla, una silueta que le resulta familiar: un hombre alto, delgado, con el pelo peinado de punta, como a ella le gusta, y una forma de caminar capaz de enamorar a cualquiera.
-No puede ser él- piensa- no puede ser que haya vuelto y me haya encontrado...
Se pone en pie y contempla esa silueta, que poco a poco se acerca a ella. Un impulso le obliga a caminar también hacia él. Se abrazan. Sí, es él: esos ojos azules como el mar y esa preciosa sonrisa son inconfundibles.
-¿Cómo me has encontrado?
-Siempre te ha encantado este lugar, lo sé, te conozco demasiado. Sabia que, hicieras lo que hicieras, nunca dejarías de venir aquí.
-Te he echado de menos.
-Yo también a tí, ¿sabes? No he dejado ni un segundo de pensar en tí. Cada hora, cada minuto, has estado aquí- señala su corazón.
-Todo lo que ha pasado ha sido un error. Me paso el día preguntándome por qué nos distanciamos, por qué todo terminó- está a punto de romper a llorar- Por eso vengo aquí a diario y me siento en este banco, donde nos vimos por última vez.
-Te quiero.
-Te quiero mucho.
Se dan la mano y desaparecen entre la niebla. Nunca habían sido tan felices...
-No puede ser él- piensa- no puede ser que haya vuelto y me haya encontrado...
Se pone en pie y contempla esa silueta, que poco a poco se acerca a ella. Un impulso le obliga a caminar también hacia él. Se abrazan. Sí, es él: esos ojos azules como el mar y esa preciosa sonrisa son inconfundibles.
-¿Cómo me has encontrado?
-Siempre te ha encantado este lugar, lo sé, te conozco demasiado. Sabia que, hicieras lo que hicieras, nunca dejarías de venir aquí.
-Te he echado de menos.
-Yo también a tí, ¿sabes? No he dejado ni un segundo de pensar en tí. Cada hora, cada minuto, has estado aquí- señala su corazón.
-Todo lo que ha pasado ha sido un error. Me paso el día preguntándome por qué nos distanciamos, por qué todo terminó- está a punto de romper a llorar- Por eso vengo aquí a diario y me siento en este banco, donde nos vimos por última vez.
-Te quiero.
-Te quiero mucho.
Se dan la mano y desaparecen entre la niebla. Nunca habían sido tan felices...
No hay comentarios:
Publicar un comentario